jueves, 16 de octubre de 2008

EL DEDO QUE NOS FALTA.



Antes de comenzar, permitidme una breve introducción:

¡Ay! ¡Qué bonito! Mi primera vez. Mi primer blog, mi primera entrada, mi primer desafío mental... En fin, espero que os guste mucho, tanto que sólo penseis en él, muajajajajaja.

Estos días se ha hablado bastante de la Evolución, de aquellos mecanismos que disponen las especies para sobrevivir y de la relación entre el tamaño de los órganos y sus ventajas. Algo sin duda apasionante, pues según esta teoría nos permite saber, o por lo menos aproximar bastante, de qué venimos y hacia qué evolucionaremos. ¿Cómo serán nuestros descendientes, más altos, si cabe, de tanto comer petit suisse (¿seguirán existiendo los petit suisse?), o menos peludos, ahora que se lleva lo de la fotodepilación, o serán verdes? En fin, quién sabe, una no dura eternamente por muchas cremas que se eche, pero ¿a que mola imaginárselo? Pues, fíjate, estos días, que no he hecho otra cosa más que pensar en ello, he llegado a una cierta incógnita, que la verdad me inquieta bastante.

Seguro que habéis oído hablar o leído por ahí, que exiten casos realmente extraordinarios en los que niños nacen con seis dedos en las manos y/o en los pies, y si no, yo os lo cuento en un momentín: A esta malformación se la denomina polidactilia y puede surgir como consecuencia de una trisomía del par 13 (síndrome de Patau), es decir, tener un cromosoma extra, o por poseer simplemente ese gen dominante. Ocasionalmente, ese dedo se encuentra entero y funcional, pero cuando existe, normalmente se ubica antes del meñique, como si fuera una réplica del anular, con sus correspondientes excepciones, claro. Afecta a 2 de cada 1000 bebes, aunque hay algunos grupos como los Amish que los presentan habitualmente debido al efecto fundador (el primero o los primeros lo tuvieron y de ahí, todos los demás).

Pero, ¿realmente es una enfermedad o mejor dicho, una malformación? Sinceramente, creo que no (aunque es posible que me equivoque), y lo creo porque pienso más bien en las ventajas que nos proporcionaría. Por ejemplo, podríamos aumentar el rendimiento en el trabajo (y salir antes), seríamos unos expertos en manualidades, podríamos escribir mensajes SMS más rápido, haríamos saludos diferentes y levantaríamos más dedos a la hora de tomar el té, nos casaríamos más de una vez, etc.

Volviendo al primer ejemplo (y creo que el más interesante), hagamos un simple cálculo. Imaginemos una oficina, donde la mecanografía está a la orden del día. Una persona con un nivel normal/alto en esta magnífica disciplina puede mecanografiar a 150 palabras/min con los 10 dedos, por lo que, a cada dedo le correspondería 15 pal/min. Si a esto le multiplicamos 12 dedos, nos salen 180 pal/ min, ni el mejor curso de oficinista. Pero hagamos algo mejor todavía, pongamos a la mujer con el récord del mundo en escribir más rápido, Bárbara Blackburn, cuyo récord esta en 212 pal/min (velocidad media), y hagamos la misma operación: 212/10 =21.2x12 = 254.4 pal/min, es decir, que en un minuto sería capaz de escribir (redondeando por supuesto) el siguiente texto:

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto “

Ya tiene que ir rápido. Por supuesto, esto es una aproximacíon, ya que pueden influir cantidad de factores, como la longitud de palabras, el idioma (tildes, diéresis), el humor de Bárbara ese día, o simplemente el hecho de que al tener dos dedos más, todos los dedos abarcan todas las letras y, probablemente la velocidad incrementaría enormemente. Piénselo bien empresarios, money money, ¡qué estamos en crisis!, lástima que se lo quiten a los niños nada más nacer.

¿Por qué un gen, y encima dominante, apenas se manifiesta en el ser humano, si puede proporcionarnos, posiblemente, tantas ventajas? ¿Será el nuevo paso evolutivo? Una nueva raza capaz de tocar la guitarra y, a lo mejor, crear música diferente.

Pues si esto os ha llamado la atención tanto como a mí, de mi cabecita linda surgen nuevas y escalofriantes ideas: ¿Qué pasaría si esta idea la desarrollara un creacionista? Creyendo en una teoría totalmente diferente acerca del origen del hombre, supongo que pensaría (no soy creacionista, así que, alguien que lo sea, igual me espera a la salida) que si el hombre tiene ahora un sexto dedo, es porque Dios le ha dado ese don, un don especial, ya que es un dedo especial, capaz de crear cosas nuevas. Sería el dedo Creador (como el de Dios), y nos lo ha concedido para que nosotros también seamos dioses (se me ocurre como ejemplo ahora mismo, la ingeniería genética).


Ay, amigos, el origen del ser humano es incierto porque todavía quedan muchas preguntas sin resolver, así que, mientras tanto, propongamos más ideas. La última que he leído es la de que, hace millones de años, cuando el australophitecus campaba a sus anchas por la fértil tierra, los extraterrestres, que visitaban cada poco la Tierra y contribuían con el proceso evolutivo, manipularon genéticamente a nuestro ancestro haciendo que sus cerebros estuvieran más evolucionados, abriéndoles el paso hacia la consciencia, así como cambiando la composición cromosómica de sus células sexuales para que transmitieran a sus descendientes las nuevas potencialidades. ¿Y por qué no? ¿Y si en realidad fuese así? ¿Y si el sexto dedo no es más que un gen extraterrestre? Y así podría estar hasta aburrir.

En fin, crean ustedes lo que quieran y no lo que digan por ahí, la primera, la segunda o una mezcla de las tres, yo me quedo con la última, que me seduce más.

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